Para mí, el mundo es un lugar extraño y fantasmal. No distingo las caras, por lo general, y confundo a unas personas con otras. Vivo con una diversidad funcional en la vista que me hace verlo todo duplicado, como un caleidoscopio, por lo que mi mente interpreta lo que puede y no siempre acierta.
Esto, además de darme una visión única -literalmente-, me hace entender el mundo y a sus habitantes de otra manera. Nos convierte a todos en personajes de fantasía, caracterizados y diferenciados sólo por los accesorios de la apariencia. Por eso mis personajes son así, pertenecen a un mundo imaginario, que en realidad es mi mundo real.
Mi obra es un reflejo de mi percepción, de mis vivencias, de mi experiencia personal y de las cosas que me quitan el sueño.
Nací en el sur de España, cerca de Murcia, una ciudad a media hora del mar Mediterráneo. Eso me ha marcado en mi carácter, necesito mar y naturaleza siempre cerca, calma y un poco de soledad. Necesito el azul. Me gusta el campo, el sol, el calor, jugar con desconocidos y el romanticismo instantáneo.
Utilizo el arte como algo personal, así que los temas que trato son los que más profundamente me afectan como persona: el amor, el desamor, la soledad, el miedo a la muerte, la frustración de la masculinidad impuesta, la ceguera y la perspectiva.
Siempre me ha atraído la obra de los impresionistas, los simbolistas, e incluso algunos otros artistas contemporáneos. Admiro sobre todo a Francis Bacon, Lucian Freud, Matisse, Odilon Redon, Cézanne, Gauguin... sin embargo mi obra no procede de ellos. En mi trabajo como artista intento no aprender deliberadamente, sólo hacer, tratando de ser lo más directo posible, sin importarme la técnica ni la coherencia estética.
Para mí, la pintura es un intento de arrojar un puñado de harina sobre un fantasma invisible. Lo importante es el mensaje, la emoción.
Muchos artistas QUEER o LGBT se centran en la sexualidad, la genitalidad, el género... pero yo simplemente quiero hablar de emociones, que son universales independientemente de todas esas cosas. Espero que mi trabajo aporte un segundo de calma, ya no de reflexión, no quiero comunicar nada, pero sí ofrecer ese momento de conexión, de sentirse común, normal.
Mucha gente piensa que soy un artista erótico, y nada más lejos de la realidad. No dibujo ropa porque tapa la verdad. Simplemente represento a las personas tal y como las veo: frágiles y temerosas de ser comprendidas.