El estúpido pensamiento romántico que nace al conocerte puede ser el puñal destructor, asesino de toda historia que se construya.
Aquella ilusión descontrolada y desbordante que dirige la pasión, el pulso y el ritmo de los sentimientos, de mis sentimientos.
La contención otorga un espacio de reflexión y precaución que, sin querer ni desear, acontece; pero de no ser así el momento se satura por algún extremo y perece.
Mi energía me dicta distinto, me empuja el instinto, y si, el deseo también; pero es el momento en que la curiosidad se convierte en interés, un interés diferente al habitual.
Pero la regla general dictamina otras normas, procede con precaución a los agentes externos y la parte emocional aplaca para no mostrar debilidad.
Es la honestidad de un sentimiento sencillo y real lo que asusta a la mayoría, por eso el convertir la emoción en un acto racional y pragmático es la solución más común, la actitud que más se estila.
En mi caso este procedimiento me da miedo, no me agrada y me entristece; soy pasional y volátil es cierto, pero sigo mis sentidos sin temor, pero asustado de un rechazo que me sitúe en el punto de partida.
Quizás es la búsqueda de la salida a una monotonía de soledad, siendo cualquier excusa suficientemente real. Probablemente es eso; el cansancio a la unidad, queriendo ser uno y dos, en vez de solo Julià.
No es que no sea suficiente yo mismo, que probablemente es así, pero quiero un complemento, un añadido en mi. Un agente externo, valor de más, una compañía emocional y sentimental.
Párate a pensar. Qué quieres en realidad. ¿Es estúpido buscar pareja? ¿Resultado de uno mismo o de la propia sociedad? No estoy seguro... cosa de ambos quizás. Hay muchos argumentos con los que lidiar pero exactamente no se por donde empezar.
Me gusta, si. La cuestión es que realmente no lo conoces lo suficiente como por poder opinar, puedes intuir, puedes divagar, puedes incluso crear ansia de la nada y en tu propia mentalidad. Date unos días, este espacio momentáneo que de forma efímera y fugaz transcurre de la misma forma que el rechazo, para poder proceder. Concentra la energía necesaria, la que se justifica con las acciones y las emociones.
Y entonces procederemos.
Y a ti qué te pasa.
Todo esto me crea inseguridad, un poco de ansiedad, algo de tristeza y confusión. Es mi propia indecisión y desconocimiento lo que crea este sentimiento.
Indecisión ante la vida.
Desconocimiento de mi mismo.
¿Quién eres tú? Yo soy Yo. ¿Quién es ese? ¿Julià? Eso solo me etiqueta, me da un nombre, no me define en absoluto.
¿Qué te define? ¿Qué te hace ser tú?
Soy emotivo.
Soy desbordante.
Soy emocionalmente inestable.
¿Soy bipolar?
Soy divertido.
Soy poco serio. Aunque intento serlo más.
Soy impulsivo.
Soy perezoso.
Soy energético. Tanto que no lo sé gestionar.
O perdí la capacidad de gestión.
Soy inquieto, más bien impaciente.
Soy una persona que se preocupa por los demás. O puedo llegar a desarrollar la mayor indiferencia hacia la gente.
Soy guapo, o al menos me considero guapo. O creo que lo considero.
Soy, o a veces pienso, un sociópata y creo que realmente tengo algún trastorno de personalidad.
Soy curioso.
Soy peculiar, por lo general.
Soy egocéntrico, e intento evitarlo.
Soy inseguro.
Soy cariñoso. Y mucho.
Soy frío y distante.
Soy ateo.
Soy gay.
Soy solitario. Y no quiero serlo más.
Soy dependiente. ¿Y cómo es posible que seas solitario, imbécil? … pues es complicado.
Somos complicados.
¿Soy, somos, eres? ¿Quién eres? ¿Quién soy? ¿O quienes somos? No entiendo tu cabeza.
Te contradices constantemente. ¿Lo sabes verdad?
Si.
Por Julià Vaquer