LA BAILARINA LUCRECIA PETRAGLIA NOS INVITA A UN VIAJE POR SU TRAYECTORIA ARTÍSTICA, DESDE SUS PRIMEROS PASOS EN EL ESTUDIO HASTA LOS GRANDES ESCENARIOS. DESCUBRE CÓMO SU PASIÓN Y DETERMINACIÓN LA HAN LLEVADO A ALCANZAR EL ÉXITO. EN ESTE REPORTAJE, LUCRECIA REFLEXIONA SOBRE LAS DIFICULTADES DE VIVIR DEL ARTE, LA FALTA DE RECONOCIMIENTO EN LA INDUSTRIA Y LA IMPORTANCIA DE MANTENERSE FIEL A UNO MISMO. SU HISTORIA ES UN TESTIMONIO DE SUPERACIÓN, DONDE LA DANZA SE PRESENTA NO SOLO COMO UNA FORMA DE EXPRESIÓN, SINO TAMBIÉN COMO UN MEDIO PARA SANAR, CONECTAR Y CELEBRAR LA DIVERSIDAD.
¿CÓMO HAN SIDO TUS COMIENZOS CON LA DANZA?
Ya el pediatra le dijo a mis padres que por mi carácter iba a ser artista. A los seis añitos le pedí a mi madre para ir al conservatorio, aquí en Palma, y ahí comenzó mi carrera con la danza clásica. Estuve en Palma aquí hasta los trece, que me fui a Madrid a seguir mi formación. Mi gran maestra, Margarita, fue la que me empujó a salir de aquí para formarme y conocer otros tipos de bailarines y personas.
¿POR QUÉ ESTA RAMA DEL ARTE Y NO OTRA?
Yo creo que tu arte te elige. Tú ya naces con eso y decides si decides que eso será tu vida o a lo que te dediques. Entonces, si tuve que decidir, fue la mayor elección de mi vida y la más preciosa. Pero no es solo nacer con ello sino la unión del talento con el esfuerzo y el sudor que conlleva, porque al final yo creo que el talento es seguramente un quizás un 40 o 50 y el otro 50 o 60 es el esfuerzo, el trabajo y la disciplina que tengas.
¿CUÁNDO EMPEZASTE A VIVIR DE LA DANZA?
Gracias a la formación que tuve y al apoyo familiar me preparé para que a mis 18 años aparecieran ciertos trabajos, como el de irme a Disneyland Paris a hacer mi primer musical. Al volver, Lola González -una gran coreógrafa- me empujó para ir a una audición y acabar conociendo a Antonio Banderas, que me dió la gran oportunidad de formar parte de su primer musical en España y formarme con él y todos mis compañeros. Antonio ha sido como un padrino para mí dentro de este mundo. La danza clásica te da una disciplina increíble y creo que eso es lo que también te hace llevar esa disciplina hacia otros lugares.
¿CUÁNTA DISCIPLINA EXIGE LA DANZA CLÁSICA?
Para mí la danza clásica es la excelencia de todas las danzas, por lo que requiere de la búsqueda de una perfección constante, lo cual te puede jugar muy malas pasadas. Yo siento pasión por todos los demás estilos pero el clásico es como ver el amor de mi vida encima del escenario. Cada danza es independiente y maravillosa en su forma porque no busca un entendimiento absoluto sino una emoción. El caso de la danza clásica es un algo tan pulido que es imposible que tú no puedas apreciar que hay una búsqueda de perfección constante.
¿HA SIDO FÁCIL PARA TI ESTE CAMINO?
Creo que ningún camino es fácil y éste ha sido complicado. Por ejemplo, algo que hizo que yo me fuera un poco de mi objetivo es la búsqueda de perfección, que me llevó a tener un TCA (Trastorno de la Conducta Alimentaria) muy grande, que aún convive conmigo. Esta es la cara B de muchísimos artistas y sobre todo de las mujeres en el mundo de la danza. A lo mejor te puede tocar un mal maestro, personas que también están contaminadas de esa búsqueda de perfección. Eso ha enturbiado muchísimo las cosas y a día de hoy sigue habiendo trabajos donde si tú no tienes cierto físico no vas a trabajar. Si empiezas a comértelo desde muy pequeña, pierdes el norte de por qué estás en esto. Yo tomé la decisión de no seguir en la danza clásica porque no estaba dispuesta a entregar hasta ese punto, fue muy difícil para mi. Ha sido cortar para no tener que estar en búsqueda de esa perfección constante, porque no llegaba nunca. Admiro a mis compañeros que se dedican a eso, pero yo no buscaba que mi arte fuera hacia ese lugar.
¿CÓMO IDENTIFICASTE QUE TENÍAS ESTE PROBLEMA?
Cuando subo un escenario no quiero que acabe nunca. La chispa que me avisó que esto ocurría fue subirme a un escenario y querer bajarme, pedía a la vida que eso se terminara. Iba a clase con miedo, encontrarme con un espejo todos los días era pánico. Esto también empieza a afectar a la gente que te quiere y que se ven dañados por tus decisiones. Tuve mucha suerte de tener al lado a mi mejor amiga Rosa -que la amo- que me ayudó con las herramientas que tenía. Empezamos a identificar la cantidad de cosas que yo hacía para salir a la calle, por ejemplo, para ir a tomar un café… horas frente al espejo. El TCA es un mundo para cada persona y la ayuda psicológica es hiper mega necesaria. Haber tenido esa rehabilitación me ayuda hoy también a identificar la cantidad de personas que van dañando con palabras su mentalidad, su físico, todo. Gracias a mis vivencias, puedo aparecer y decirles ‘no va por ahí, esto te va a hacer mucho daño’.
¿ES FÁCIL VIVIR DE LA DANZA?
Creo que en las personas hay una falta muy grande de valor hacia lo que genera el arte y la cultura. Muchos piensan que llegamos, bailamos y ya está, pero no. Yo tengo que descansar, levantarme temprano para entrenar y seguir trabajando mi cuerpo a nivel de clases, mantenerme bien física y mentalmente. Yo empecé esta carrera a los seis años. Mis padres se han dejado todo económicamente para que yo pueda enfrentar esas situaciones de formación. Y no hay una conciencia real de lo que hace el bailarín para que tú ese día te vayas de tus problemas y disfrutes. Entonces, no, no está valorado ni hay una valoración digna de lo que hacemos. A lo mejor pensaré que todo empieza a ir medianamente bien y se nos se empieza a valorar como debería, cuando yo no reciba un mensaje donde me digan ‘tengo una oferta laboral para ti pero no te voy a pagar porque esta cadena tiene gran audiencia’, es una locura y creo que hablo en nombre de muchos de mis compañeros también. Que eso ocurra es una vergüenza
¿CUÁL ES EL MEJOR CONSEJO QUE HAS RECIBIDO?
Me voy a remontar a lo que ha hecho que mi carrera y mi manera de ver el arte sea como es: mi abuelo, mi padre y mi madre. Desde que empecé esta carrera me dijeron, ‘no hay nada más importante que mantengas los pies en la tierra, Lucrecia. Y que seas consciente de que la que está en el escenario es una persona, pero cuando bajas, eres otra’. Los bailarines interpretamos millones de situaciones y hay que saber separar, pero si eso te come -ya luego fuera- pierdes tu identidad, tu real personalidad. No creo que ninguno sea más que nadie, somos todos iguales. Cuando salgo de ahí, soy un ser humano y soy consciente de que hay muchas personas que hacen que yo esté brillando y haciendo bien mi trabajo. Lo que me hace disfrutar realmente del arte es darme cuenta que no soy yo solamente, somos todos.
¿QUÉ DESAFÍOS TIENEN LOS CASTINGS PARA LOS BAILARINES?
Creo que el trabajo mental más sano que podemos hacer los bailarines es entender que el resultado de un casting no define que tú seas un buen bailarín o no. La mayoría de trabajos buscan un perfil en específico, ya no solo físico. Es muy duro, pero tenemos que aprender a convivir con ello porque va a formar parte de nuestra vida siempre. Habrá momentos que sean más difíciles, tal vez porque sean muchos noes seguidos -que ocurre- pero hay que hacer el trabajo de entender que eso no nos define. Aprender a lidiar con el ego porque si no te come la situación.